Al son de los vientos que van murmurando,
al son de aquesta agua tan clara y tan pura
que va discurriendo sobre la verdura,
al son de las aves que se van quejando,
se va mi rabí y mi voz entonando
por que con las aves mis males quejemos;
lloremos con la agua por que suspiremos
al son de los vientos que van murmurando.
Ansí acordados los suspiros míos,
mis lloros y quejas crecerán los vientos;
y los de las aves, con los mis lamientos;
y con las mis lágrimas crecerán los rios.
Sean de aquí lejos los rios sandios,
todo devaneo de aqui se aleje,
huya el plazer por que salir deje
ansí acordados los suspiros mios.
Los bosques sombrios, los sombrios valles,
los montes, las peñas, mis lamentaciones
escuchen, y quebrense los corazones
oyendo; y oyanme los animales;
los hombres no me oyan y sean mis males
tan solamente al hombre encubiertos,
que a ellos huyendo busqué los desiertos,
los bosques sombríos, los sombríos valles.
Ay generación perversa y malvada!
no te maravilles si mi mal descubro
a las alimañas y de ti me encubro,
ca su crueldad ante ti no es nada.
Pasaron los hombres, la fe ya es pasada,
amor ya no reina, reinan niñerias.
Si oyeses mis daños, como te ririas,
Ay generación perversa y malvada!
Si vieses de lágrimas los mis ojos llenos
y llena la cara, y solo devidas!
El mal cativa las fuerzas caídas,
tornados en noches los dias serenos:
quan poco valdrian suspiros ajenos!
... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...
antes me ternías por simples y loco
si vieses de lágrimas los mis ojos llenos.
Vengan y lloren las Musas comigo,
y tomen gran parte deste mi dolor
y lloren siquiera con el su pastor
que está aquí tan solo llorando consigo.
Sabeis entre quantos contrarios letigo:
deseo d'un cabo, d'otro medrosia,
de todos la muerte; pues nesta agonía
vengan y lloren las musas comigo.
Ay, como fortuna me tiene rancor!
Que tapa la sierpe fuerte sus orejas
(ansí lo he oído dezir a las viejas)
en contra las vozes del encantador.
Natura ha puesto distinto y temor
en todo animal contra la su muerte:
en mí no lo puso! Ay qué dura suerte!
Ay como fortuna me tiene rancor!
Provió la natura que sordo naciese
el que nació mudo, porque no podría,
con aquellotro y malenconía,
oyendo, sufrirse que no respondiese.
Si estava tan cierto que oyendo, viese
turbarse mi ánima, que ver deseó
lo que ver no puede, triste, porqué no
provió la natura que sordo naciese?
Afin que no oyesen cantar las serenas,
los navegantes cierran sus oídos,
porque si las oyen, a esa hora adormidos
caen en la mar desde las entenas;
huyen de sus cantos por huyr sus penas,
segun que lo cuentan nuestros viejos tios.
Por qué no he cerrado, triste, oy, los míos,
a fin que no oyesen cantar las serenas?
Sá de Miranda, in Poesia e Teatro, selecção de Silvério Augusto Benedito, Ulisseia, s/d, pp. 75-77.
Sem comentários:
Enviar um comentário